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sábado, 2 de abril de 2011

GUION DE AUDIOCUENTO

Texto modelo: Guión de audio-cuento

La mano

de Ramón Gómez de la Serna




El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado.

Nadie había entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto, por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese entrado el asesino.

La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba a abandonar el asunto, cuando la esposa y la criada del muerto acudieron despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un armario había caído sobre la mesa, las había mirado, las había visto, y después había huido por la habitación, una mano solitaria y viva como una araña. Allí la habían dejado encerrada con llave en el cuarto.

Llena de terror, acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano, pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa corno si en ella radicase junta toda la fuerza de un hombre fuerte.

¿Qué hacer con ella? ¿Qué luz iba a arrojar sobre el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era aquella mano?

Después de una larga pausa, al juez se le ocurrió darle la pluma para que declarase por escrito. La mano entonces escribió: «Soy la mano de Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado con ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia».



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Fuente: Gómez  de la Serna, Ramón (2006). “La mano”. En Ciudad Seva. Recuperado el 22 de mayo del 2006. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/gomez/mano.htm


Título
Autor
Adaptación
Duración

Operador:


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Esposa:





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GUIÓN DE AUDIO-CUENTO
La mano
Ramón Gómez de la Serna
Valentina Pérez y Emiliano Cruz
7 minutos

SONIDO DE SIRENA POLICÍACA, QUE BAJA SUAVEMENTE

(CON VOZ PAUSADA) El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado.
PAUSA CON MÚSICA QUE SUGIERE SUSPENSO

Nadie había entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto, por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese entrado el asesino.

MURMULLO DE GENTE

La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba a abandonar el asunto, cuando la esposa y la criada del muerto (SONIDO DE TACONEOS APRESURADOS) acudieron despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un armario había caído sobre la mesa (SONIDO DE UN GOLPE SECO).
Esa cosa nos ha  mirado, nos ha visto, y después ha huido por la habitación. Es una mano solitaria y viva como una araña. (SONIDO DE ALGO QUE SE ARRASTRA CON VELOCIDAD) Allí la dejamos, encerrada con llave en el cuarto.

PAUSA CON MÚSICA DE MISTERIO
Llena de terror, acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano (sonido de cosas que caen y se rompen, golpes y quejidos), pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa corno si en ella radicase junta toda la fuerza de un hombre fuerte.
MÚSICA SUBE BREVEMENTE. BAJA HASTA DESAPARECER
¿Qué hacer con ella? ¿Qué luz iba a arrojar sobre el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era aquella mano? (SONIDO DE UNA CAMPANILLA Y UN GOLPE DE MARTILLO)
Después de una larga pausa, al juez se le ocurrió darle la pluma para que declarase por escrito. La mano entonces escribió: (CON VOZ TENEBROSA) «Soy la mano de Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado con ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia».
MÚSICA SUBE BREVEMENTE. BAJA HASTA DESAPARECER

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